EL CORREO
miércoles, junio 02, 2004
 
Con revisión eclesiástica necesaria
Esta publicación puede tener fallas doctrinales.
Los tres primeros párrafos son una hipótesis, un exámen de conciencia. El resto de los párrafos son palabras propias para cosas que ya fueron dichas.
La cita final fue encontrada recién después de escrito el texto.
El Correo espera comentarios.

En vez de haber descubierto algo grandioso y gritar de alegría "en las plazas y en las calles", queriendo que todos se enteren, a nosotros su Palabra también nos molestó.

Pero en vez de rebelarnos, nos transformamos en los obedientes. Y la molestia que nos causó su Palabra quedó latente dentro nuestro. Y por eso nos irrita aquel que se rebela deliberadamente contra su Palabra. Pero, ¿no es acaso él más sincero?

A nosotros nos molestó su Palabra, lo vimos por un instante como algo tan difícil que en nuestro orgullo (o ceguera quizás, ¿quién conoce este misterio?) dijimos: "no, no puede ser tan difícil, yo puedo cumplirla, puedo cumplir tu Palabra. Puedo ser fiel a tu palabra. Mirá: puedo no matar, puedo no robar, puedo serle fiel a mi cónyuge, puedo..." Y así armamos nuestras propias normas de conducta a cumplir, para cumplir así (¡ilusos!) con su Palabra. Y la debilidad no es tolerada.

Hasta que llegó el hijo pródigo y el Padre lo perdonó. "Entonces... ¿para qué cumplí con tus normas? Si este viene de no cumplirlas y vos le das todo."

Y ya oigo la Voz que me dice: "Vos no cumpliste con mi Palabra, cumpliste con algunas cosas buenas, te conformaste con cumplir con algunas cositas y pensaste que así hacías mi Voluntad. Pero nadie puede ser perfectamente fiel a mi Palabra. Sólo puedes amarme con todas tus fuerzas. Tratando de ser cada vez más fiel, como tan bien hiciste con muchas cosas, pero reconociendo tus debilidades. Y Yo te perdonaré tus caídas".

"Todo lo que tenés es gratis. Te fue dado no por tus méritos, sino porque Yo quiero. Por eso lo que tenés no lo merecés más que el peor de los ladrones, que el peor de los delincuentes, que aquellos que vinieron a trabajar a última hora".

"Amame a Mí, amá a todas las personas, sabé que mis Dones son gratuitos, ponete contento cuanto más personas los posean, porque no son tus competidores sino todos hermanos, hijos míos".


***
El siguiente es un fragmento de Historia de un alma, Santa Teresa de Lisieux, Cáp. I.
"Después subió a la montaña y llamó a los que quiso. Ellos fueron hacia Él" (Mc 3,13) [...] No llamó a los que son dignos sino a los que quiere, o como dice San Pablo: "Seré misericordioso con el que yo quiera, y me compadeceré del que quiera compadecerme. En consecuencia, todo depende no del querer o del esfuerzo del hombre, sino de la misericordia de Dios" (Rom 9, 15-16)



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