EL CORREO
jueves, agosto 12, 2004
 
¿Falta de voluntad?
En relación con el primer post del día 2 de julio de 2004 (cliquear sobre estas letras para verlo, luego volver), el siguiente está escrito en el mismo tono y es una idea más acabada.

El autor no gusta pensar más en la idea: “nos molestó tu Palabra”. Sino que intuye más bien una falta de “fidelidad” a los propios intereses, que quizás no sea más que otra cara de la falta de voluntad (¡!).

No la falta de voluntad de acción, sino la falta de voluntad de deseo, pero esto es ya conjeturar demasiado y en terreno poco firme para nuestras humildes patas.

- Ama a tus enemigos -nos dijo. Y los obedientes dijimos:
- Sí, cómo no, perfecto.
- ¡Eh! ¿Cómo
perfecto? No es nada fácil lo que te propongo.
- Ah, pero es tu ley, y yo la obedezco.
- Pero pensalo: no podrás, es muy difícil. Manifestá tus deseos íntimos primero: vos querés tranquilidad... - No te preocupes.
- ¿Estás entendiendo lo que te mando? ¿No lo resistís porque lo comprendiste perfectamente o no lo resistís porque ni siquiera tuviste en cuenta tus deseos? Tus deseos son legítimos. Si escucharas a tus deseos, mi mandato te chocaría más, te molestaría, dirías: “¿Para qué me mandas esto que es imposible?”.

Yo te diré: “mi yugo es liviano y mi carga ligera”. Con mi mano misericordiosa te calmaré y te diré: “no te inquietes”.
Confía en mí. Yo podré hacer que lo logres. Te llevaré por caminos de entendimiento, de razón. Te haré entender porque es mejor amar a tus enemigos. Lo entenderás con todo tu ser. Lo comprobarás si confías en mí e intentas cumplir lo que te mando.



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